domingo, 9 de junio de 2013

Los dos reyes y los dos laberintos




Jorge Luis Borges

~

(Texto Completo) 


Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.


viernes, 10 de mayo de 2013

San Damián de Molokai


El Padre Damián es el patrón espiritual de los leprosos, marginados, incluyendo a los enfermos de S.I.D.A, y del Estado de Hawái. El día del Padre Damián es celebrado cada año el 15 de abril en Hawái. El día de fiesta en conmemoración del Padre Damián en la Iglesia Católica se realiza el día 10 de mayo. Fue beatificado en 1995 y canonizado el 11 de octubre de 2009.

BIOGRAFÍA

El Padre Damián nación el 3 de enero de 1840, en Tremeloo, Bélgica, hijo de una pareja de granjeros.  Entró en el noviciado de la Congregación de los Sagrados Corazones (también conocida como Picpus, por el nombre de la calle de París donde se inició). Siguiendo los pasos de su hermano Augusto, quien adoptó en la congregación el nombre de Pánfilo, José comenzó su noviciado en Lovaina con el nombre de Damián el 2 de febrero de 1859. En 1863, su hermano Augusto, quien había sido destinado a la misión en las islas Hawái, fue afectado por el tifus lo que le imposibilitó viajar. Damián obtuvo el permiso del Superior General de París para reemplazarlo. En noviembre de 1863, Damián partió desde Bremen (Alemania) en el buque con destino al archipiélago de Hawái en el Océano Pacífico.

MISIONERO EN HAWÁI

El 19 de marzo de 1864 llegó al puerto de Honolulu, allí, Damián fue ordenado sacerdote el 24 de marzo de 1864 en la Catedral de Nuestra Señora de la Paz, una iglesia establecida por su Orden Religiosa. Trabajó en varias parroquias en la isla de Oʻahu en el tiempo en que el reino sufría una crisis de salud.

Los nativos hawaianos se vieron afectados por las enfermedades que inadvertidamente trajeron los  mercantes y colonos. Miles murieron por la gripe y la sífilis, y por otras enfermedades que nunca antes habían afectado a los hawaianos. Esto incluyó la plaga de la lepra que se desato entre los nativos, probablemente esparcida por los braceros chinos que trabajaban en la haciendas de caña de azúcar. 

Temeroso de que se esparciera la plaga, el rey Kamehameha IV segregó a los leprosos del reino desterrándolos y confinándolos a la fuerza a una colonia establecida para ellos en el Norte, en la isla de Molokai. La “Royal Board of Health” los proveyó con suministros y comida, pero no tenían todavía los medios apropiados para ayudar médicamente.

En 1865 el Padre Damián fue asignado a la Misión Católica en el Norte de Kohala en la misma isla de Hawái. Mientras que monseñor Louis Maigret, vicario apostólico, creía que los leprosos necesitaban por lo menos un sacerdote que pudiera cubrir sus necesidades religiosas y proveerlos con los Santos Sacramentos, él sabía que tal asignación podía ser potencialmente una sentencia de muerte. Después de pensarlo durante un tiempo, el Padre Damián solicitó a Monseñor Maigret permiso para ir a Molokai.

COLONIA DE LA MUERTE

A comienzos de 1866, fueron embarcadas las primeras víctimas de lepra a Kaulapapa, donde residieron durante siete años antes del arribo del Padre Damián, el 10 de mayo de 1873. Elmédicos voluntarios,  Maigret presentó a Damián a los colonos como "uno que será un padre para ustedes, y que los ama de tal manera que no tiene vacilaciones en volverse uno de ustedes; vivir y morir con ustedes". El lugar estaba rodeado de montañas. Había seiscientos leprosos viviendo en Kaulapapa. La primera misión que se impuso Damián fue construir una iglesia y establecer una parroquia de Santa Filomena.

Sociólogos argumentaron ante la Curia Romana, en el procedimiento para la santidad, que el Padre Damián fue enviado a una “colonia de la muerte” donde la gente se veía forzada a pelear unos contra otros para lograr sobrevivir. El rey Kamehameha IV no planeó que el lugar se convirtiera en esta “colonia de la muerte, pero su gobierno fue negligente en proveer recursos y apoyo médico, ayudando así a crear el caos en el lugar. 

La llegada del Padre Damián se ve como un punto de inflexión para la comunidad, bajo su liderazgo, las leyes básicas de convivencia se restablecieron, se construyeron casas, se creo una granja y creo un Colegio y reconstruyo una destartalada casucha y la convirtió en una Iglesia, creo un coro, pero sobre todo le llevo amor y esperanza a quienes la habían perdido.

REAL ORDEN DE KALĀKAUA

El rey David Kalākaua de Hawái invistió a Damián con el honor de Caballero Comandante de la Real Orden de Kalākaua (Knight Commander of the Royal Order of Kalākaua). Cuando la princesa Lydia Liliʻuokalani visitó el establecimiento para entregar la medalla, las crónicas reflejan que se conmovió de tal manera, y sintió como si se le rompiera el corazón por lo que le resultó imposible leer su discurso. La princesa compartió esta experiencia con el mundo aclamando los esfuerzos del Padre Damián.

Consecuentemente, el nombre del Padre Damián y su trabajo fueron conocidos en los Estados Unidos y en Europa. Protestantes americanos juntaron una gran suma de dinero para la misión. La Iglesia Anglicana de Inglaterra envió comida, medicina, ropas y suministros. Se cree que el Padre Damián nunca usó la medalla que le otorgaron.

MUERTE

En diciembre de 1884 Damián se dirigió a su ritual matutino de introducir sus pies en agua hirviendo ya que él no podía sentir el calor: se había contagiado con la lepra. A pesar del descubrimiento, los residentes señalan que el Padre trabajó incansable construyendo cuantas casas pudo y planificó la continuación del programa que había creado para cuando él se hubiera ido. Su muerte llegó 5 años después, en 1889 con 49 años de edad .

REPERCUSIONES

Louis Stevenson

El escritor escocés Robert Louis Stevenson publicó una carta abierta en Sídney, Australia, el 25 de febrero de 1890, contra el reverendo Dr. C. M. Hyde, de Honolulú, en Hawái, a raíz de la opinión sustentada por el religioso presbiteriano, quien lanzó poco después de la muerte del Padre Damián opiniones desacreditadoras contra el misionero belga.  Esta Carta abierta, que recorrió el mundo, sentó las bases de su fama internacional en el mundo angloparlante.

Mahatma Gandhi

Mahatma Gandhi ofreció su propia defensa a la obra y el trabajo del Padre Damián. Gandhi declaró que Damián había sido una inspiración para sus campañas sociales en la India, logrando la libertad de su pueblo y asegurando la ayuda para con los necesitados. Gandhi escribió, "El mundo politizado y amarillista puede tener muy pocos héroes que se puedan comparar con el Padre Damián de Molokai. Es importante que se investigue por las fuentes de tal heroísmo".

CANONIZACIÓN

Refiriéndose al santo apóstol de los leprosos el Papa ha recordado, en flamenco, a este servidor de la Palabra y misionero que culminó su apostolado en la caridad, en la isla hawaiana de Molokai. Luego, en francés, ha señalado que esta canonización coincide con el 20 aniversario de otro santo belga, el hermano Mutien-Marie, por lo que la Iglesia en Bélgica se une nuevamente en acción de gracias a Dios:

«...Siguiendo a san Pablo, san Damián nos impulsa a elegir las buenas batallas (cf 1 Tim 1,18). No aquellas que llevan a la división, sino las que unen. Nos invita a abrir los ojos sobre las lepras que, aún hoy, desfiguran la humanidad de nuestros hermanos y que apelan más que a nuestra generosidad, a la caridad de nuestra presencia de servicio...»

Homilía de Benedicto XVI el día de su canonización.

Fuente: Bigrafía de San Damián de Molokai.


Fuente: Carta abierta al Reverendo Dr. Hyde en Honolulu.

Fuente: Wikipedia.




El Padre Damián fue en Siglo XIX el equivalente a la Madre Teresa de Calcuta en el Siglo XX, su mayores mecenas eran la Reina Victoria y el Príncipe de Gales, ambos protestante, la Reina además es la cabeza de la Iglesia Anglicana;  también contó con el apoyo irrestricto de la princesa Lydia Liliʻuokalani, protestante presbiteriana.


Hago referencia a esto, porque la envidia y mezquindad y difamación a la que estuvo sometido tanto por el ecónomo de la Curia, como por los pastores presbiterianos en Honolulu fue inclemente, temerosos que le pudiera arrebatar su feligresía. En esa época existía la teoría que la lepra era la fase final de la sífilis y que en consecuencia, sí había contraído lepra era por haber mantenido relaciones sexuales; hoy se sabe que se tratan de dos enfermedades distintas, producidas por dos bacterias sin ninguna relación entre si.

Monseñor Louis Maigret (vicario apostólico) que lo autorizo a ir a Molokai, siempre considero un santo al Padre Damián, era tanto su admiración que iba dos veces al años a confesar al Padre Damián desde un barco a solicitud él. El segundo vicario apostólico que sustituyo a monseñor Louis Maigret, fue mas austero y distante en el trato, probablemente a causa de las intrigas del ecónomo de la Curia.


La fama del Padre Damian, trascendió cuando hizo publicas sus denuncias e indignación, por el crimen que cometió el Capitán del buque encargado de trasladar a los enfermos a Molokai, porque en medio de una tormenta los arrojo por la borda al mar al frente de la playa y se ahogaron ciento dieciocho (118) desdichados, entre mujeres, hombre, viejos, jóvenes y niños, los ministros del Rey David Kalākaua de Hawái, quedaron expuesto a la opinión publica internacional y muy en especial fue una vergüenza para los pastores presbiterianos, que eran sus consejeros.

Luego de tan lamentable incidente empezó un mecenazgo directo de parte del Rey David Kalākaua de Hawái, de la Reina Victoria y del Príncipe de Gales, del Rey de Bélgica, pero la ayuda más importante vino de los norteamericanos en general, que vivían en el continente y pertenecían a todas las confesiones religiosas, sin distingo alguno, ese fue su mayor merito y legado aglutinar a los hombres de buena voluntad, sin distingo de religiones.




«Hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: “Me quedo para toda la vida con mis leprosos.» (Padre Damián)





«Ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo.» (Padre Damián)






Iglesia de San Francisco en la colonia de leprosos de Kalaupapa, Hawai, donde más de 8.000 pacientes de lepra fueron confinados desde su apertura en el año de 1866, en la imagen está el Padre Damián de Molokai, acompañado de un ganadero protestante, su mejor amigo y aliado en la conversión de la «Colonia de la Muerte» en un leprosario que pudiera prestar ayuda médica y espiritualmente a los enfermos de tan terrible mal.

La mezquindad en negarle recursos al Padre Damián en Molokai, permitió paradójicamente que se instalará un leprosario en Honolulu, con los aportes de mecenas todas partes del mundo anglosajón y francoparlante, bajo la organización de las hermanas de la congregación del Padre Damián a las que no se le permitía ir a Molokai cómo enfermeras, también se les unió un equipo médico de voluntarios de distintas religiones y países que llego a ser un momento dado a ser una referencia mundial en materia de sanitaria.

El Padre Damian quien fue tratado en dos oportunidades en el leprosario de Honolulu, se maravillaba que tanta rivalidad pudiera haber causar tanto bien a los hawaianos, porque las normas destierro y confinamiento se suavizaron y se podían tratar la enfermedad en la isla principal; de nada sirvieron las suplicas del ultimo Obispo de la Curia, para que el Padre Damian, quien estaba muy enfermo se quedará en Honolulu y no regresara a Molokai. Ante su determinación el entonces Arzobispo autorizo no solo a la monjas misioneras a trasladarse a Molokai, sino que libero todos los recursos retenidos para la fecha y se dotara al leprosorio de la «Colonia de la Muerte» de todo lo necesario para los enfermos y en el pudieran trabajará todos los voluntarios que pudieran ser útil a tan noble labor, sin importar su credo.

El Padre Damian, no llego a sobrevivir un años después de su regreso a Molokai, pero murió con la satisfacción que su obrar quedó en buenas manos, que su obra continuaría y existiera alguna esperanza para las victimas de ese flagelo, dejando de ser Molokai,  la despiadada «Colonia de la Muerte».


Termino mencionando al Padre Panfilo, hermano de sangre y espiritual del Padre Damian, que con una gran devoción fraternal desde su natal Belgica, mandaba cartas a los diarios mas importantes de la época contando la dificultades de su hermano para construir el leprosario de Molokaia, lo que permitió el mecenazgo reyes, mandatarios y todo tipo de gente en Europa, sin importar su religión o condición social. Lo más importarte es que esto a su vez motivó a los ciudadanos norteamericanos, quienes respondieron con la gran generosidad que los caracterizado siempre, haciendo llegar grandes cantidades de recursos para los leprosos y hawaiano es general.

Como ignosticista, este es mi pequeño tributo a un hombre de buena voluntad de finales del Siglo XIX, poco conocido hoy día, un digno ejemplo de desprendimiento y humanidad, su santidad estriba que vivió practicando con su ejemplo su predica. 


lunes, 29 de abril de 2013

¡Inmortalidad! Así no, gracias.





La inmortalidad es un concepto que me produce angustia y terror, desde que tengo uso de razón. No logro comprender por qué mí buen Dios me condenaría a ella; sea en el paraíso, sea en el infierno o en un interminable ciclo de reencarnaciones.

Cómo entender que tan aburrida penitencia, pueda ser considerada una generosa concesión para los humanos, no así para las demás criaturas que ha creado. Me rebelo como ser humano ante está terrible amenaza de perpetuar solo nuestra existencia más allá de nuestro ciclo biológico; ¿Acaso una vida bien vivida, no es más que suficiente?

Mucho menos me agrada la idea que vaya a disfrutar ésta latosa inmortalidad en mi actual cuerpo, recuperado después de la Parusía. No sé a quién se le habrá ocurrido tan extravagante idea cristiana, pero si tal cosa sucediera, no pienso usar el mismo modelo corpóreo imperfecto y disfrutar nuevamente de una precaria salud.

Lo mínimo, que le podrían ofrecer a uno para variar un poco la monótona inmortalidad, es cambiar de cuerpo cada vez que uno le dé la gana o mejor aún, vagar libremente como espíritu inmaterial por todos los rincones del universo, sin limitaciones físicas de ningún tipo.

La eternidad resulta demasiado tiempo incluso para los dioses, que será para mí como ser humano, en qué ocuparé mi perpetua existencia y a la vez sentirme útil, porque no me imagino con mi falta de oído musical y mi voz nasal producto de la rinitis, cantando en un coro con la sublime primera jerarquía de Serafines, Querubines y Tronos, por los siglos de los siglos, amen.

Tal vez, esa sea la manera de retribuirle la finura a mi buen Dios, y hacerlo recapacitar sobre el abuso de poder que comete al condenar a los humanos a la vida eterna, cosa que hace por su insoldable soledad, más nunca por mala fe. Tal vez, sí en esa eternidad estuviéramos acompañados de otras de sus tantas criaturas que pueblan nuestro mundo, las cosas serían más llevaderas.

Los dioses más dignos de los hombres, por lo menos que yo conozca, fueron los nórdicos, porque desde su origen, tuvieron la sensatez de no renunciar nunca a la mortalidad, compartiendo el mismo destino ineludible de todos los seres vivos.

El omnisciente Odín, amo absoluto de los nueve mundos y señor de todos los dioses, no se libró de un arrebato de cólera y codicia, quebrantando su palabra empeñada, aún en pleno conocimiento de que su transgresión a ley regidora del cosmos, que el mismo creo, precipitaría el ocaso de todos los dioses, incluyendo su propia extinción.

No se podía esperar una reacción más humana del ambivalente dios de la "poesía y la inspiración", así como de la "furia y la locura," es decir, era un soberbio ególatra hecho a mi imagen y semejanza; claro está salvando las distancias, porque él fue un poderoso dios que lo  arriesgo todo en una desatinada y malaconsejada aventura, mientras quien escribe es un simple hombre, que tiene el mal hábito de no arriesgarse en la vida y desde luego en eso siempre se equivoca.

Los dioses griegos que si eran inmortales, le tenían reservado al hombre común “el reino de Hades” o inframundo, habían dispuesto que antes de entrar a la “neblinosa y sombría morada de los muertos,” el alma trasportada en la barca de Caronte, bebiera ingenuamente agua del río Leteo para calmar un repentino ataque de sed. Lo que provocaba en el instante una extinción de toda conciencia, de manera que se vagaba en el inframundo sin el más mínimo sentido existencial, como una simple sombra.

Esta oscura visión del mundo de los muertos, que tenían los antiguos griegos, es lo que más se parece al hoy recientemente inhabilitado Limbo, región periférica del Infierno.

Lógicamente para los griegos antiguos, no les causaba ningún aliciente su vida futura en ultratumba, tampoco se tomaban muy enserio a sus dioses los cuales eran demasiados terrenales. Luego se dedicaron de lleno a la filosofía, la ciencia y el arte, materias sobre las que se destacaron como ninguna otra civilización, lo hizo nunca jamás.

Los romanos complementaron magistralmente el mundo griego, aunque no fueron muy originales en materia religiosa, salvo por su visión práctica y cínica de la mismas; “todas las religiones son verdadera y luego son falsas, pero igualmente útiles para el imperio.” En consecuencia, cada vez que conquistaban un gran pueblo, incorporaba un dios nuevo al panteón de Roma y solucionado el problema.

El Papa Benedicto XVI, con la gran humildad que lo caracterizaba, sin mayor explicación, ha realizado la mayor remodelación urbana en el inframundo, desmantelando el vetusto Limbo y dejando desguarnecido a millones de almas infantiles, que murieron sin ser bautizados en la fe "verdadera". Este tímido y tardío cambio, quien sabe cuántos tiempo nos llevará asimilarlo, lo que nos reitera, que la vida eterna supone un anhelo muy humano e infructuoso de poder burlar la muerte.

En fin, la memoria de los hombres es frágil, con el transcurrir del tiempo terminan sepultado en el olvido a sus antiguos amores o dioses, inexorablemente lo harán con los actuales o los nuevos que surjan, tal vez porque en el fondo intuimos que la eternidad es algo ajeno a nuestra  efímera existencia y hasta sería una penitencia, tal como la concebimos.

¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos? Me temo que la respuesta la tiene el primigenio e inescrutable dios Caos, regente del cosmos, quien siempre huyó de todo protagonismo en el imaginario colectivo y es un empírico desenfrenado, que estará creando nuevos y sorprendentes divertimentos al azar. Lo imagino demasiado ocupado, como para fijar su atención en los insignificantes humanos y sus pretenciosos temas, sobre la inmortalidad dentro de la eternidad.

¿Qué les sucederá a los hombres imprescindibles, esos que se creyeron dioses vivientes? Ellos sí que se merecen ser inmoribles, que no inmortales; por atormentar a la humanidad y a los hombres comunes, con sus fanfarronerías, envanecimientos y sus extravagantes esfuerzos por trascender en el imaginario colectivo, pues lamentablemente solo serán recordados por instante, pero para maldecirlos y luego ser olvidados irremediablemente, porque la vida continúa.

Lo malo que tiene esta estructura absurda de pensamiento, donde "la vida comienza con la muerte" es que una gran mayoría pospone "el aquí y el ahora", el disfrute de las cosas simples de la vida, así como nuestro mejoramiento como persona, y más grave aún hasta la sobrevivencia misma de la especie humana.

La humanidad se enfrentará en un siglo aproximadamente a una catástrofe ambiental a escala global que implicaría una extinción masiva de la vida en el planeta, similar a la que se produjo entre el periodo Pérmico y Triásico. Esta vez, será producto de la actividad del hombre, siendo la gran paradoja, que no solo poseemos el conocimiento, sino mucha de la tecnología que evitaría el desastre ecológico, solo la inercia social impide reaccionar.

Esta resistencia al cambio, se debe en parte a la concepción infantil de una vida perfecta después de la muerte en un lugar llamado Paraíso, sin darnos cuenta que ya vivimos en el Edén, mal podemos merecernos otro sí no apreciamos el que tenemos.

Las actuales jerarquías de las religiones en general, no ayudan como estructura de poder terrenal, porque fomenta deliberadamente la estupidez en las sociedades, para perpetuar su poder. El ejemplo más palpable, es oponerse al control de natalidad, con el fin de obtener el mayor número posible de fieles en un culto cualquiera; cuando es una certeza científica que la sobrepoblación agota los recursos y esto sólo hace más miserable la vida y acelera nuestro fin como especie.

Por momentos pienso, que el príncipe ruso Piotr Kropotkin, tenía algo de razón cuando dijo su brutal frase: "La única iglesia que ilumina es la que arde." Sí existe un paraíso, está en la tierra y sí hay un infierno, el mismo está en la explotación de la ignorancia de nuestros semejantes, si merecemos ser dignos de Dios, empecemos hoy por despertar y afrontar la vida, respetando la naturaleza, con más razón si creemos que es su obra.

domingo, 31 de marzo de 2013

Borgues: El Laberinto



Jorge Luis Borges

(Texto completo)

No habrá nunca una puerta. Estás adentro 

Y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino
como tu juez.

No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida. 
No existe. Nada esperes. Ni siquiera 
en el negro crepúsculo la fiera.


domingo, 24 de febrero de 2013

El domador de elefantes





Tenía yo la edad de seis años aproximadamente, cuando hicimos un paseo familiar al zoológico de Maracay, sitio que en la entrada no me gusto, era sucio, mal oliente y los animales se veían tristes. Imprudentemente, quienes dirigían el zoológico, permitían a los visitantes alimentar a los elefantes, que no recuerdo sí eran africanos o indios.

Los elefantes eran la mayor atracción, todo lo que sabía de ellos lo había visto en unas láminas del libro “El Principito” y en una documental sobre los elefantes, que eran usados para trabajos en las selvas de la India. En fin, me dieron un gran paquete de cotufas y me fui a compartirlas con un elefante hembra y su cría, junto a mis hermanos y otros niños de distintas edades.

Estaba entretenido comiendo mis cotufas, que compartía con el enorme paquidermo, colocándoselas en la punta de su trompa, cuando levante la mirada y vi que mis hermanos mayores se habían ido y estaban con mi madre, encaminándose hacia otro sector del zoológico. En el acto me dispuse a seguirlos llevándome mis palomitas de maíz, cosa que no le agrado para nada a la golosa elefante, el cual me tomo con su trompa por la cintura, aprisionándome los dos brazos y me levantó del suelo.

En ese instante, tuve la impresión que todo se detuvo en el zoológico, el tiempo dejo de fluir, los ruidos de fondo se fueron apagando hasta que reino un silencio absoluto, que sólo interrumpía el latir acelerado de mi corazón. Entonces el belicoso animal, barritó atronadoramente, la sangre se me helo, mientras observaba estupefactos la arrugada piel de su trompa y los innumerables pelos, que se hincaban como agujas en los brazos.

En un santiamén los acontecimientos se precipitaron, la elefante me trato de meter a su zona de aislamiento, mi cabeza impacto fuertemente en dos oportunidades con los barrotes horizontales de una baranda de acero, luego me restregó contra el piso y me soltó violentamente. Un buen hombre salido de la nada, me jalo del brazo y me saco del área de peligro, llevándome de inmediato con mi madre, quien parecía una esfinge de sal en medio de la vereda.

Mi salvador, al tratar de expresar su susto con espavientos, fue interrumpido secamente por mi madre, diciéndole: “No ha pasado nada, mi hijo sólo está practicando para ser domador de elefantes”; luego dirigió su penetrante mirada hacia mí y me dijo: “Lo has hecho estupendamente bien, creo que el elefante se llevó un buen susto”. El espontaneo rescatista se esfumo, como por arte de magia, sin decir una sola palabra.

Mi madre, me desconcertó y de acontecido pase a ser un terrorífico domador de elefantes; quien era para desilusionarla y dejarme vencer por el miedo en ese instante, si ya todo había pasado. Nos quedamos solos un largo rato sentado en un banco del zoológico, sin cruzarnos una sola palabra, mientras me acariciaba dulcemente.

Años más tardes, resultó que quien me rescato, era el chófer del abuelo de un amigo de mi hermano, quien les relato su versión de lo sucedido en el zoológico como cualquier otra anécdota de su vida, sin saber la relación de uno de sus oyentes con lo sucedido. Termino su cuento, con una severa sentencia; “Cuando le lleve el niño a la madre, me di cuenta que esa pobre señora estaba totalmente loca”.

No era para menos, que pensara así, pero nuevamente coloco la nota alegre en ese día de aventura, en el cual corrí además con mucha suerte, porque años más tardes, otro elefante mato a dos niños en un circo en similares circunstancias.

La verdad, es que más nunca en mi vida quise acercarme a un elefante, hoy me gustas verlos libres en su habita natural, me parece una crueldad que un animal tal majestuoso se encuentren encerrados en un zoológico o en un circo. Lo mismo opino de las orcas, ballenas belugas, delfines y toninas prisioneros en las crueles piscinas de acuarios y en lujosos hoteles, sin que estos últimos puedan justificar de manera alguna el sometimiento de estos animales a tan extravagante penuria.

domingo, 20 de enero de 2013

Mi nacimiento



Mi nacimiento, sería un simple caso común al de todas las personas, que no merecería ser contado; salvo por el hecho que sucedió dentro de un automóvil que se quedó atascado en el eterno tráfico caraqueño, exactamente en la plaza Venezuela.

Aún en la caprichosa Sultana del Ávila, se supone que un domingo, temprano en la mañana, no debiera haber tráfico, pero el destino no quería que la cosas fluyeran ese día fácilmente, tal vez en parte porque mis padres se lo tomaron con mucha calma, no previendo que la prisa es mí signo o impronta vital.

Mi buen padre, quien nunca fue fumador, extrañamente se antojó de comprar cigarrillos en medio de los acontecimientos, supongo que por los nervios; mi querida abuela materna o “Gran mamá” lo seguía atrás repitiendo su nombre, una y otra vez como una letanía. Al final ambos se tranquilizaron fumándose unos cigarrillos en algún kiosco cercano y viendo el evento a prudente distancia.

Sólo quedamos en el inutilizado automóvil, mi madre y quien escribe, aferrándonos solo por elemental precaución cada uno a sus respectivas vidas, mientras esperábamos el auxilio de una ambulancia que partió del Centro Médico de Caracas. Una vez llegado el médico y la enfermera, todo fue fácil y sin complicaciones, cortaron el cordón umbilical, último vínculo corporal que unía a madre e hijo y nos trasladaron en forma segura a dicho centro asistencial.

El que nunca se repuso del incidente, fue el desafortunado vehículo, porque se le daño su fina tapicería y tuvieron que venderlo. En cuanto mis primeras palabras, fueron para el siguiente flamante automóvil familiar, al cual llamaba cariñosamente mamá y a mi buen padre chófer, sin duda esta transitoria confusión se debió a mi errada primera impresión sobre el mundo que me rodeaba al nacer.

Mi querida madre biológica, que no automotor, sostenía por años que tenía derecho a una doble nacionalidad, es decir, que repitieran en mi cédula de identidad y pasaporte, dos veces la palabra venezolano. Lástima que las autoridades encargadas de identificación, nunca compartieron tan exótico criterio nacionalista.

martes, 1 de enero de 2013

Procrastinación Crónica




Este primero de enero, pensaba escribir alguna tontería sobre sobre la procrastinación crónica que agobia mí existencia,  pero ya me distraje y lo pospondré para otro momento.